Las crisis son fenómenos extraordinariamente complicados.
- La producción simple de mercancías y las crisisEn la historia de la civilización la introducción del dinero representó un gran paso adelante. Ahorra mucho tiempo y resulta posible la verdadera especialización, que es la base de la productividad incrementada. Sin embargo, esto lleva consigo la posibilidad de una crisis de índole tal que sería inconcebible en una economía más simple. Y esto es así porque una interrupción en el proceso de circulación, que está condicionado por la separación de la compra y la venta, puede extenderse desde su punto de origen hasta afectar a toda la economía. Aparece entonces la crisis, en la que coinciden existencias de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas. Cada productor ha producido más de lo que puede vender por lo que encontramos una crisis de sobreproducción, pero la sobreproducción no es la causa de la crisis; por el contrario, es obvio que la sobreproducción es el resultado de la crisis.
La causa ha de buscarse en las circunstancias que llevaron a interrumpirse el proceso de circulación. El atesoramiento, basado en la sed de oro del avaro, es una explicación concebible de una crisis como la descrita, pero éste, como un fin en sí mismo es mucho más común en condiciones próximas a la producción simple de mercancías, que en sociedades más avanzadas. El atesoramiento, tiene lugar usualmente de modo gradual y en un largo período de tiempo; por lo que, las crisis son posibles pero más bien improbables, o cuando mucho accidentales, bajo la producción simple de mercancías. La circulación de MERCANCÍAS-DINERO-MERCANCÍAS (M-D-M), lleva en sí las posibilidades de una crisis, pero al mismo tiempo significa producción para el consumo; y puesto que el consumo es fundamentalmente un proceso continuo, hay pocas razones para esperar que las posibilidades se conviertan en hechos.
- La ley de Say
Los economistas clásicos mostraron su falta de perspectiva histórica en su constante incapacidad para distinguir entre producción simple de mercancías y producción capitalista, generalizando los teoremas elaborados de la producción simple de mercancías a la producción capitalista.
Uno de los ejemplos más claros de lo dicho es la "Ley de los mercados de Say" que sostiene que a una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad, por lo que no puede interrumpirse la circulación M-D-M, y, por tanto, no puede haber crisis ni sobreproducción.
La tesis correcta de que las crisis y la sobreproducción son improbables bajo la producción simple de mercancías, se convierte en la tesis falsa de que las crisis y la sobreproducción son imposibles en cualesquiera circunstancias.
Aceptando la ley de Say, los economistas clásicos, cerraron el camino a una teoría de las crisis; como resultado, sus contribuciones a la materia fueron fragmentarias, inconexas y de escaso valor permanente. Nadie advirtió esto más claramente que Marx, y, por lo mismo, dedicó mucha atención a una crítica detallada de la ley de Say.
La venta y la compra están separadas en el tiempo y en el espacio. El dinero es el medio por el cual se divide en dos transacciones separadas y distintas, la venta y la compra. Si uno vende y deja de comprar el resultado es la crisis y la sobreproducción.
- El capitalismo y las crisis
La forma de circulación M-D-M, que es característica de la producción simple de mercancías, se convierte bajo el capitalismo en D-M-D'.
El fundamento racional de M-D-M es claro. En lo que concierne al valor de cambio, la M al comienzo y la M al final son idénticas. Desde el punto de vista del valor de uso, sin embargo, la primera M no posee ninguno para su productor, o en todo caso, sólo un pequeño valor de uso, en tanto que la segunda M se desea porque su valor de uso es mayor. El propósito del cambio es la adquisición de valor de uso y no el aumento del valor de cambio. La producción simple de mercancías es producción para el consumo, y esto es lo que explica la improbabilidad de las crisis y de la sobreproducción en las condiciones de la producción simple de mercancías.
D-M-D', la forma dominante de la circulación bajo el capitalismo, es por completo diferente. El capitalista inicia su carrera con dinero (D) en cantidad suficiente para funcionar efectivamente como capital; lanza éste a la circulación, a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción (C); finalmente, después de cumplido un proceso de producción reaparece en el mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero (D'). Tanto la D al principio como la D' al final representan un valor de cambio; ninguna de ellas posee valor de uso. Todo el proceso carecerá de sentido a menos de que haya una diferencia cuantitativa entre D y D'.
La diferencia entre el avaro de la producción simple de mercancías y el capitalista es que aunque ambos puedan compartir la pasión por la riqueza en abstracto, el primero la satisface retirando dinero de la circulación, en tanto que el segundo devuelve constantemente su dinero a la circulación, y en esa forma cambia el carácter del proceso mismo de la circulación. El capitalismo es producción para obtener ganancia, y esto explica por qué el capitalismo es peculiarmente susceptible a las crisis y a la sobreproducción.
Para la gran mayoría de la gente, para los trabajadores, la circulación sigue tomando la forma M-D-M cuyo objetivo es un aumento del valor de uso. D-M-D' es tan extraña al obrero como a los simples productores de mercancías. Es erróneo describir al obrero como dominado por el móvil de la ganancia. El obrero es estimulado por un deseo de valores de uso, y lo que parece ser "acumulación" en los obreros (mediante bancos de ahorro, etc.) tiene poco de común con la acumulación del capitalista. Proviene de la necesidad que tiene el obrero de tratar de asegurarse una afluencia de valores de uso para sí y para su familia cuando su fuerza de trabajo no sea ya vendible.
La diferencia de conducta y de motivos entre el capitalista y el obrero proviene de la diferencia entre D-M-D' y M-D-M. Por no hacer esta distinción, la economía política ortodoxa ha caído con frecuencia en uno u otro de dos errores opuestos: el error de suponer que bajo el capitalismo cada uno es impulsado por el deseo de obtener ganancias, o el error de suponer que cada uno se interesa solamente en los valores de uso y que todo ahorro debe considerarse a la luz de una redistribución del ingreso a través del tiempo.
El capitalista está interesado en elevar al máximo su tasa de la ganancia, que es éste el objetivo inmediato que tiene delante cuando aventura su capital en la producción.
En lo que concierne a la posibilidad formal de la crisis no hay diferencia entre la producción simple de mercancías y el capitalismo. Cualquier interrupción en el proceso de la circulación, cualquier retención del poder de compra respecto del mercado, puede iniciar una contracción en el proceso de la circulación, que dará origen al fenómeno de la sobreproducción y que pronto se reflejará en un descenso de la producción misma. Pero hay una gran diferencia, la de que mientras antes era difícil advertir lo que podría iniciar tal contracción, ahora es claro de todos modos que si algo le ocurre a la tasa de ganancia, el capitalista reconsiderará inmediatamente la conveniencia de lanzar su D a la circulación.
Si la tasa de ganancia desaparece o se vuelve negativo, el incentivo de la producción capitalista dejará de existir. Los capitalistas retirarán su capital, se reducirá la circulación y comenzará una crisis seguida de sobreproducción. Este es un caso extremo como resultado de una crisis particularmente severa como una depresión y difícilmente pueda usarse para explicar el comienzo de la crisis.
Un descenso en la tasa de ganancia por debajo del nivel ordinario, pero que siempre permanece positiva, de modo que el factor que da motivo a la producción capitalista no sea nunca eliminado, también dará una reducción de las operaciones de los capitalistas, puesto que los induce a los capitalistas a retener su capital en forma de dinero, esperando la vuelta de condiciones más favorables. En esta forma se rompe la continuidad del proceso de la circulación y se precipita la crisis y sobreproducción. La crisis y la depresión forman parte del mecanismo por el cual la tasa de la ganancia es restituida completa o parcialmente a su nivel previo.
La moderna teoría del ciclo económico ha llegado a una conclusión muy similar a la posición marxista. Para los teóricos modernos, la clase capitalista se divide en dos secciones, la de los empresarios que organizan y dirigen los procesos de la producción, y la de los poseedores de capital en dinero, que suministran bajo la forma de préstamos a interés los fondos que los empresarios necesitan para sus operaciones. Tan pronto la tasa de la ganancia cae por debajo del tipo de interés, el empresario no tiene ya motivo para invertir; la circulación se interrumpe y sobreviene la crisis.
Por otra parte, antes que prestar su capital a los empresarios a tipos inferiores, los capitalistas prefieren conservarlo en forma de dinero hasta que la demanda de préstamos hubiese llegado a los tipos previos a la caída o tal vez aun más altos tipos.
Se advierte, que la negativa de los capitalistas poseedores del dinero a prestar a los empresarios, a tipos de interés inferiores al que se considera normal o común, es esencialmente el mismo fenómeno que la negativa de los capitalistas empresarios a invertir cuando la tasa de la ganancia desciende más allá de su nivel ordinario. La clase capitalista en su conjunto restringe sus actividades de inversión cuando la tasa del beneficio sobre el capital cae por debajo de cierto nivel que es más o menos preciso en cualquier tiempo y lugar particulares. La formulación marxista enfatiza que este tipo de conducta proviene de las características más fundamentales de la producción capitalista y no de la forma particular en que la oferta y el empleo de los capitales están organizados.
La producción capitalista seguirá sujeta a las crisis provocadas por las fluctuaciones en la tasa de la ganancia aunque existan intromisiones en el sistema monetario.
- Los dos tipos de crisis
El proceso de la acumulación de capital lleva consigo una tendencia de la tasa de la ganancia a descender. Si esta tendencia no se elimina constante y gradualmente, parece claro que el resultado pueden ser las crisis llamadas "crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de la ganancia".
Sin embargo, existe otro tipo de crisis llamada "crisis de realización" en la que si se produce demasiado de una mercancía, el precio de mercado cae por debajo del valor, y la ganancia se reduce o desaparece. Si esto ocurre en un número suficiente de industrias al mismo tiempo, el resultado es un descenso general en la tasa de la ganancia, seguido de una crisis. La dificultad esencial es la de realizar el valor que está ya incorporado en las mercancías acabadas.
Es importante advertir la diferencia entre las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de la ganancia y las crisis de realización. En un caso tenemos que ver con movimientos en la tasa de la plusvalía y en la composición del capital, quedando intacto el sistema del valor; en el otro, tenemos que ver con fuerzas todavía no especificadas que tienden a crear un déficit general en la demanda efectiva de mercancías para comprarlas todas con una tasa de la ganancia satisfactoria. El punto de partida de la crisis es en ambos casos un descenso de la tasa de la ganancia; pero lo que está detrás del descenso en la tasa de la ganancia en un caso, requiere un análisis muy diferente del que requiere lo que está detrás del descenso en la tasa de la ganancia del otro.